El maltrato prenatal se entiende como la “carencia del cuidado del propio cuerpo, de manera consciente o inconsciente (también el no seguimiento del embarazo), también el producido indirectamente al bebé por la persona que maltrata a la mujer en el proceso de gestación”. Otra forma de violencia prenatal es la producida por la ingesta de drogas o sustancias psicotrópicas por parte de la mujer durante el proceso de embarazo.
Se entiende que una madre capacitada y estable inicia la relación afectiva y los cuidados y atención del futuro bebé antes del nacimiento, aunque a veces, no resulta fácil para la mujer identificar y poner palabras a una situación de violencia vivida, ya que hay una tendencia a normalizar la relación. Dentro de una relación de violencia de género, tras el episodio de violencia (física, verbal, sexual, económica, ambiental) suele venir otro episodio al que llamamos «luna de miel». Es aquí donde la mujer «perdona» con la ilusión del cambio en la relación hacia un patrón de relación sano. Pero los episodios de violencia se van repitiendo a lo largo del tiempo. La identificación de estos patrones de relación de control y poder, son relevantes para la mujer de cara a pedir ayuda y salir de la relación de violencia.
La violencia física y psicológica que la mujer puede sufrir por parte de la pareja afecta gravemente al desarrollo del feto. Tanto los golpes físicos directos como la violencia verbal y emocional, producen la alteración del estado tanto físico como emocional de la madre, con lo que el bebé en camino también está en riesgo.
Nombramos también utilización de drogas como otro indicador de violencia prenatal, ya que comporta una situación de alto riesgo tanto para la madre como para el feto y el futuro neonato. .
Las drogas pasan a través de la placenta; hay un alto riesgo de anomalías que se pueden producir durante la gestación. Hay que destacar la posibilidad de que se produzca una disminución del perímetro craneal, malformaciones congénitas, fragilidad y ruptura de los cromosomas, riesgo de infarto cerebral y anomalías a nivel neurológico. Además, hay que tener en cuenta el síndrome de abstinencia del neonato, asociado al consumo de drogas. También se ha detectado una mayor incidencia del síndrome de la muerte repentina del lactante.
Es por todo esto que ante cualquier indicador de violencia por parte de la pareja de la futura madre, se recomiendo buscar ayuda a servicios especializados de la zona, donde la mujer pueda recibir acompañamiento psicosocial y jurídico ante la situación vivida. Desaconsejamos además el consumo de cualquier sustancia tóxica durante el embarazo y la lactancia, si se opta por dar el pecho al neonato.